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Antes del sanchismo y del 'no es no', las prohibiciones fastidiaban, con ese sabor a recuelo añejo, a tazón de leche con pan duro, a película de Patino. La Transición era una dama exquisita con mirada desafiante y pintalabios rojo, que abrió ventanas y sacudió intemperancias. Llamaban por eso la atención algunos raptos de autoritarismo municipal, como aquellos carteles emplazados en la plataforma del bus que rezaban "Prohibido hablar con el conductor", junto a los que sólo faltaba la foto de Manolo guardia urbano y Pepe Isbert con la gorra de taxista. https://www.vozpopuli.com/opinion/prohibido-hablar-de-feijoo.html